Nota: Empezamos a publicar los textos escritos durante el viaje. Los colores marcan los autores y en negro los comentarios posteriores para complementar las fotos.
Hemos pasado noche en Palanga, noche de lluvia en cantidad. Se conoce que durante la noche los habitantes de la tercera planta han cambiado sus lugares de reposo de forma sospechosamente sospechosa. Nos hemos tardado en levantar, algunos más que otros, porque la climatología no invitaba a salir de la furgo-guarida. Después de dar una vuelta por los alrededores, divididos en diferentes grupos según la hora de despertar...Algunos disfrutamos de los gofrepolos en una parada debajo de la lluvia mientras esperamos a que nos vengan a recoger.
Como el tiempo sigue sin acompañar parlamentamos y decidimos marcharnos del pueblo y proseguir la ruta. El próximo objetivo es Leipaja (Gi)Leipoja en las indicaciones). Carretera recta en cantidad, Vizuete lleva el timón. Hemos cambiado de país, entramos en Letonia.
Al mediodía llegamos a Leipaja, una ciudad pequeñita con puerto. Nos informamos en la oficina de turismo de cuales son las cosicas curiosas de ver y nos comentan que al parecer lo más aparente es la ruta por el recorrido del “rock, siguiendo unos adoquines con una corchera de metal.
Entre varios itinerarios escogemos intermedio, ni el largo ni el corto, cambiándolo un poco a nuestro antojo (el rojo y el verde). Lo más interesante del itinerario era justo la parte del principio, el paseo de la fama. Había una sandalia gigante y una guitarra tamaño XXXL. Nos hacemos unas fotos de grupo sobando la guitarra y posando a su alrededor.
Por el camino pasamos por una iglesia, donde no nos permiten hacer fotos, un mercado donde compramos setas (aunque luego pararemos cuando encontremos una parada de setas en la carretera) y hacemos un nuevo amigo.
Al final del recorrido encontramos una batería compañera de la guitarra anterior, y un parque que llevaba a la playa.
Una vez en la playa dimos un paseíto y como el tiempo tampoco acompañaba en exceso nos volvimos dirección a los vehículos. ...después de jugar un rato en la playa.
A la salida de la playa encontramos un monumento en en recuerdo de los pescadores, una madre esperaba la llegada de sus hijos. En resumen, nos dimos un buen paseo.
Por el camino nos encontramos casas grandes y bien cuidadas y otras abandonadas y en ruinas.
Ese día no comimos y finalmente partimos dirección a Jurkalne.
Por el camino nos paramos en Stavkrasts, un punto que nos habían recomendado en la oficina de turismo. Lo encontramos probando por casualidad un camino, y la casualidad nos premió con una gran noche. Llegamos a un parking en el que no había nadie, ni en el aparcamiento ni en la garita de la entrada. Aparcamos los coches y empezamos a montar el campamento base.
Unos cuantos se van a explorar el camino hacia el mar...
y encontramos el paraiso
Encontramos un sitio preparado para montar una hoguera, pero sin leña. Vizuete y un servidor vamos en busca de todo lo que pueda prender, ramas pequeñitas, etc. Fernando, maestro de hogueras, nos dice que en una caseta abandonada hay maderas en cantidad, las pillamos y las partimos para prepararlas para la hoguera.
Al tiempo vuelven los exploradores y dicen que la vista al mar es maravillosa. Nos lo creemos pero tal descripción hay que comprobarla, así que lo hacemos; realmente era cierto, la playa se hallaba bajo un mini acantilado de arena, sobre el cual una plataforma de madera con bancos y barandilla hacía de mirador. En su extremo una cabeza de caballo sobresalía como en un barco vikingo. Vistas fantásticas y unas ganas terribles de bañarse en el mar, a pesar de la baja temperatura. De hecho había un indígena que se estaba bañando.
Cenamos todos alrededor de la hoguera, al más puro estilo boy-scout, el arroz aderezado con unas birras. Realmente hacía frío, pero la hoguera calentaba.
Verdaderamente teníamos un hambre voraz y efectivamente nos comimos el arroz como un plato de Ferran Adrià, disfrutándolo, pero sin saciar nuestro apetito. Así que le metimos mano a las salchichas y al fuego con ellas, con un cuchillo de utensilio. Luego se perfecciona la técnica y acabamos haciendo unos frankfuts improvisados con pan bimbo y mostaza, brillante idea.
Se acaban las birras y el sueño empieza a abordarnos así que montamos las camas y nos vamos al katre. Caen unas rondas de chistes en la furgo antes de dormir para no perder las buenas costumbres.
Vini
Gaby
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