Después de conducir unos
Una vez dentro de Auswich II nos damos cuenta de la importancia histórica de este lugar donde nos imaginamos a cada paso la vida de las personas que allí vivían no sólo una experiencia definitiva en su vida sino el insulto al desprecio por el ser humano por parte de sus semejantes.
Empezamos dando un paseo por la calle central, al lado de la vía...
... y continuamos nuestra visita improvisada por los barracones destinados a las mujeres judías condenadas a morir.
Barracones fabricados de ladrillos procedentes de otros pueblos próximos al campo de concentración que tras ser expropiados por los Nazis se convertían en los “acogedores” hogares de mujeres judías que se veían obligadas a convivir con cientos de personas en muy pocos metros cuadrados y en unas condiciones mucho más pésimas de las que se pueden leer en los libros de historia o ver en los documentales de televisión.
No sin reponernos de la impresión vivida dentro de los barracones vacíos y llenos de silencio decidimos desplazarnos hacia Auswich I donde se encuentra además del primer campo de exterminio de la zona, el museo y visitas guiadas.
Cuándo llegamos al museo tomamos la acertada decisión de contratar una visita guiada por un precio bastante módico (unos 7 euros por persona) en castellano. Llega nuestra Guía y empezamos el recorrido por el campo de exterminio. Una especie de ciudad terrorífica en la que cada pabellón tiene una historia más aterradora que el anterior. La visita consta en primer lugar en visitar la exposición en la que podemos conocer más detalles sobre la vida de las personas que allí llegaban por diversos motivos (principalmente políticos o de raza) la mayoría de ellos polacos.
Visitamos los pabellones dónde vivían las mujeres, se nos explica cómo llegaban los “presos” desde diferentes puntos de Europa, vemos montañas de zapatos abandonados por niños antes de ser llevados a las cámaras de gas, toneladas de pelos cortados por los SS a los presos nada más llegar al campo, cientos de peines, gafas, muletas... de personas que imaginaban llegar a un lugar para trabajar pero no para morir hacinados en cámaras de gas como auténticos animales.
Miles de historias aterradores de sufrimiento y muerte bañan las vallas electrificadas de la fortaleza dónde se investigó qué cantidad de gas hacía falta para matar a 1.500 personas de una sola vez (tras muchas pruebas los capos de las SS llegaron a la conclusión que sólo con 15 botes de gas podrían conseguir matar ese número de personas en 20 minutos). Después de ver las habitaciones, los baños y algunos edificios del centro del campo llegamos al Bloque 11 (el bloque de la muerte).
Éste nombre se debe a que dentro de la “cárcel” en la que los deportados vivían había además otra cárcel oficial dentro del mismo campo donde se castigaba a los presos encerrándoles en celdas sin comer varios días, teniendo que estar compartiendo celdas de
Éste bloque además de ser utilizado como cárcel, en su subterráneo, se hallaba la “sala de justicia” (gran paradoja, ¿verdad?) dónde se podía condenar a más de 100 personas en tal solo un par de horas. Los condenados eran obligados a desvestirse en un baño de la misma planta, a salir al patio situado entre dos edificios para posteriormente ser asesinados a sangre fría mediante un disparo por soldados de las SS.
Tras salir del Bloque 11 descubrimos en una calle la horca dónde fueron ajusticiados 12 presos simplemente para dar ejemplo al resto de prisioneros sobre lo que podía significar en aquel lugar mantener contacto con la sociedad externa al campo.
De hecho los prisioneros que cada día salían del campo para trabajar fuera eran separados en grupos de cinco para ser contados por los oficiales de las SS, si al volver el número de presos no coincidía, 10 de ellos serían asesinados como represalia y aviso al resto. De ésta manera se conseguía que hasta los presos que morían fuera del campo durante la jornada de trabajo fueran traídos al final del día por sus propios compañeros. Salir de Auswich I con vida era imposible pero sin ella también.
Siguiendo por una de las calles principales llegamos a la zona donde vivían los cargos de las SS encargados de mantener el orden dentro de un campo lleno de cadáveres andantes tatuados con un simple número que les identificaba como parte de un conjunto de personas sin posibilidad de ejercer su papel con alguna dignidad. En ésta zona del campo encontramos la vivienda de Rudolf Hüus (el máximo dirigente del campo) una persona que era capaz de vivir con su mujer y con sus hijos apenas
Ésta cámara de gas (como ya he comentado era la primera creada por los Nazis) se componía de dos zonas: la primera en la que las personas entraban con la intención de ducharse mientras se ahogaban por el gas lanzado desde los agujeros situados en la parte superior de la habitación y ,la segunda, donde los cuerpos eran incinerados en hornos crematorios con capacidad para quemar un gran número de personas por día aunque siempre quedaba la posibilidad de que otros presos quemaran los cuerpos de sus compañeros al aire libre.
Después de la visita a Auswich I la Guía nos propone continuar la visita en Auswich II. Y después de conducir los coches llegamos de nuevo a Auswich II- Berkelau para realizar una nueva visita esta vez con la ayuda de la Guía.
Entramos a unos barracones hechos de madera donde dormían más de 100 personas que en invierno tenían que aguantar más de 20 grados bajo cero en unas condiciones poco alentadoras. A continuación entramos en las letrinas (filas de 70 lavabos juntos) en los que los presos debían hacer sus necesidades en un tiempo relativamente corto ya que solo podían entrar en grupos de 100, por cada 5 barracones había unas letrinas.
Seguimos visitando el campo hasta llegar a los famosos “crematorios de Auswich” concretamente al crematorio número 2 (de los 4 que constaba el campo) donde cada día morían cientos de personas creyendo ir a ducharse, el método perfeccionado durante años consistía en lo siguiente: los judíos entraban en una sala donde se desvestían para posteriormente entrar en una sala llena de duchas en el techo; en ese momento, los oficiales de las SS introducían por unas oberturas situadas en el techo una especie de granitos que provocaban la falta de aire en la habitación causando de ésta manera una muerte agónica a todos los ocupantes de
Tras despedirnos de la Guía andamos por la vía del tren que atraviesa el campo de punta a punta para salir de allí...
...no sin antes subir a la torre de vigilancia central del campo, desde ese lugar se tiene aún mayor consciencia de la cantidad de barracones y personas que “disfrutaban” allí los últimos días de sus vidas.
Compramos unos suvenires en el Lidl, somos gente elegante.
De allí y después de un arduo debate decidimos seguir a Warklow (o algo así) (Wroklaw 230Km Oeste). Dormimos en la calle, muy cerca del centro, quizá demasiado.
Rubén
Gaby
Genís
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